Yohanan Díaz Vargas, yohanandiaz1@gmail.com;
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Escribo este texto a 4,058 metros de altura sobre el nivel del mar en el refugio alpino de Altzomoni a tan solo 10.4 kilómetros del cráter del volcán Popocátepetl. Me encuentro junto con mis compañeros de viaje de TercerMilenio.Tv y "Hevelius", si mi Ipad, mi eterno acompañante de mil batallas, en medio de una gran tormenta electrica con rayos que jamás en mi vida había visto tan cerca y menos a un volcán arrojando materia incandescente, así como una neblina digna de una película de terror, con luces extrañas que salían de la parte media de la base de este gran "guardían de México", ¡pensé en verdad que era lava! Un espectáculo digno para relajarse y sólo pensar en no estar en ese sitio. Sin embargo, guardé la compostura y sólo me quedó reflexionar sobre lo que sucedía. Mi mente voló, me sacó en ese momento de esa situación traumática y me transportó al "espacio exterior", donde no sé si un día pueda viajar, quizá no, pero al menos aquí en este sitio estoy más cerca de Dios, ¡pase lo que pase...!
En mis pensamientos corría mucha información, pero a su vez me clave en un tema preciso, lo que parecería que nunca sucedería que un astronauta fuera una celebridad
más allá de sus experimentos científicos en el espacio exterior, por sus
mensajes en Twitter o por una fotografía espectacular, pues no, ahora fue por
un videoclip musical grabado durante la “expedición 34” de la Estación Espacial
Internacional por el astronauta canadiense Chris Hadfield, quien montó en su
canal de YouTube, un material donde interpreta la canción de Space Oddity, del
reconocido cantante inglés David Bowie, como una despedida después de estar en
ese lugar 5 meses y ser uno de los pocos viajeros del espacio en compartirnos
la forma de llorar, de hacer ejercicio, de vivir simplemente de estos primeros
humanos en el espacio exterior. Un video que en pocos días tuvo una gran
aceptación que lo llevó a tener más 14 millones de reproducciones en Internet.
Un video que nos presenta tomas fantásticas de la curvatura de la Tierra.
Usted quizá se pregunte cuál es el contexto de este video? Le puedo decir que
era julio de 1969, el mundo estaba a la expectativa de lo que sucedería con
tres hombres: Nel Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins que a bordo del
Apolo XI estaban a punto de escribir uno de los capítulos más destacados de la
historia de la humanidad, sí pisar nuestro satélite natural, la Luna; tres
hombres que a su regreso a la Tierra se convertirían en héroes nacionales,
héroes de carne y hueso en los Estados Unidos y ciudadanos de todo el mundo. Se
afirma que 600 millones de personas en todo el planeta vieron a Armstrong dar
un salto para la humanidad fuera del modulo “Eagle”. Sin lugar a dudas, eran
los tiempos de cambio, eran los tiempos de la guerra fría, era sin lugar a
dudas, los tiempos de la carrera espacial.
En julio de 1969 la BBC presentó la canción Space Oddity que con el tiempo
se convertiría en un himno para los astronautas y para una generación que
fue testigo de esta gran proeza del hombre, pisar la Luna, una canción de
Bowie, quien lanzó como single en ese año para que coincidiera con la llegada
del hombre a la Luna.
VIDEO ORIGINAL
Una canción que en pocos días estuvo en el
5º. lugar de las listas de popularidad del Reino Unido, ganó el premio Ivor
Novello en 1969. Una canción donde se afirma que el mayor Tom deja el mundo
material para iniciar su propio viaje a las estrellas, no sin antes despedirse
de sus seres queridos. En algún momento de este viaje, el Mayor Tom pierde el
contacto con la Tierra, quedando atrapado en su lata de aluminio, como él llama
a su nave espacial. Una canción que al 2013 nuevamente se pone de moda, con una
generación de humanos muy distante en el tiempo al mundo que se vivía en 1969.
Según la revista Rolling Stone en 1980 David Bowie hizo estas declaraciones a New Musical Express: “Cuando
la escribí, era un muchacho muy pragmático y dogmático que creía saber
todo sobre el gran sueño americano. En ella cuento cómo la tecnología
estadounidense pone en órbita a un tipo que no sabe muy bien qué hace
allí. Y ahí lo dejé”. Combinando textos sencillos y una intrincada estructura de estrofas,
puentes, estribillos, pasajes acústicos y numerosos cambios de acordes, David Bowie tocó
el cielo. Literalmente. La melancolía transmitida por estos cinco
minutos –en los que la soledad se impone a cualquier otra consideración–
empezó a allanar su camino hacia, sí, el estrellato.