Altos, musculosos y con rasgos asiáticos. Así son los extraterrestres que salvarán a España de la hecatombe mundial, según Misión Rahma. El líder de esta secta ufológica, el peruano Sixto Paz, ha emprendido una intensa campaña para sumar adeptos en nuestro país. Los expertos advierten sobre el peligroso resurgimiento de este grupo, con células en varias provincias.
La noche del 27 de octubre fue simplemente una más para los vecinos de Ager (Lleida). Sin embargo, en el valle que custodia este pueblo había cien personas de diferentes nacionalidades –italianos, filipinos, mexicanos, suecos y argentinos, entre otros–, aguardando un inminente contacto con otras galaxias. Bastante menos nervioso, el organizador de la velada afinó la voz y emprendió sus plegarias, camufladas en una pegadiza canción estilo pop-rock. “Bienvenidos, hombres del cielo, a nuestro mundo…”. Su evocación a los compatriotas de E. T. provocó el efecto esperado. Poco después, dos luces blancas comenzaron a moverse en el oscuro horizonte, desatando la euforia colectiva. Incluso hubo gritos de aleluya.
Sixto Paz Wells, fundador de Misión Rahma y encargado de atraer a los platillos volantes con el poder de su canto, se sintió satisfecho. Una vez más, los participantes en sus actividades en territorio español comprobaban que las presuntas comunicaciones entre este peruano de 55 años y los seres de otros mundos eran, como mínimo, puntuales. Todos los terrícolas que participaron en ese “encuentro mundial” de Rahma en Ager conocían al detalle la fantástica historia de Paz, quien asegura que hace 36 años se sentó frente a una hoja en blanco, puso su mente del mismo color y, de repente, sintió unas ganas irrefrenables de escribir. Instantes después, en el folio apareció escrito un escueto mensaje de presentación de quien, a partir de entonces, sería su inseparable amigo: “Sala de hogar buena para hacer la comunicación. Me llamo Oxalc. Soy de Morlen. Ustedes le llaman Ganímedes –una de las lunas de Júpiter–. Podemos tener contacto con ustedes. Pronto nos verán”. Su hermana se lo contó a una amiga, y al día siguiente había veinte vecinos presionándole para que repitiese el experimento. Sixto volvió a tomar el bolígrafo, ocasión que el extraterrestre aprovechó para fijar la primera cita en Chilca, una zona desértica situada a 60 kilómetros de la capital peruana.
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